(Desde Silverstone) El viento y un cielo que se presentó oscuro desde temprano, con una lluvia que se viene anunciando, pero por ahora apenas se hizo sentir con algunas gotas, no fueron impedimento para que Silverstone, el emblemático circuito ubicado en Northamptonshire, esté colmado de fanáticos de la Fórmula 1. Cientos de espectadores, británicos y extranjeros llegados de todas partes del mundo -muchos de ellos argentinos-, dieron el presente, portando en sus ropas y banderas los colores de las escuderías y los números e imágenes de los pilotos.
Los puntos de venta del merchandising oficial de la F1 y de los distintos equipos -una gorra original cuesta 60 libras (82 dólares), las remeras de las escuderías entre 90 y 100 (unos USD 125) y las camperas que usan las pilotos para los eventos, 190 (260 dólares aprox.)- fueron para muchos la primera parada obligada antes de ingresar a las míticas instalaciones de La Catedral de la Máxima, el mismo escenario que supo ser una base aérea durante la Segunda Guerra Mundial y que una vez convertida en pista de competición albergó la primera carrera de Fórmula 1, allá por 1950. Un año más tarde, en 1951, el argentino José Froilán González le dio el primer triunfo a Ferrari en la F1. En aquella década del 50 del siglo pasado también dejó su marca allí Juan Manuel Fangio y 20 años después lo hizo Lole Reutemann.
Más acá en el tiempo pasaron otros argentinos por Silverstone: Oscar Larrauri, Norberto Fontana, Esteban Tuero y Gastón Mazzacane. Todos nombres que en mayor o menor medida fueron quedando en la historia del automovilismo nacional. Ahora son tiempos de Franco Colapinto, ese joven piloto bonaerense que genera un gran entusiasmo e hizo que muchos argentinos vuelvan a interesarse por la Fórmula 1. Esto se pudo apreciar en el Pitlane Wolk del Alpine Fórmula One Team, la escudería del Renault Group. Allí mientras el equipo preparaba los autos de Colapinto y del francés Pierre Gasly de cara a la última práctica libre, decenas de argentinos pasaron para tomarse una foto y para mirar de cerca la verdadera cocina del team francés. “¿Viene Franco? ¿Me puedo sacar una foto?“. Fueron algunas de las frases más escuchadas entre los argentinos, que mezclaban sus voces con otras que se escuchaban de fondo, pronunciadas en otros idiomas, en esa mezcla cultural típica de los eventos masivos. Los fanáticos tuvieron sus fotos con los coches y el equipo, pero los pilotos guardaron su aparición para más tarde, cuando debieron salir a girar.
Los técnicos continuaron su trabajo como si nada, acostumbrados al ir y venir de las multitudes que van de un box a otro. Entre el gentío se mezclaban famosos, actores de Hollywood, deportistas y reconocidos personajes del mundo del fútbol, como Mourinho. A falta de unos pocos minutos para el inicio de la FP3 personal de seguridad, munido de una gruesa cuerda naranja, y armado de paciencia, comenzó a empujar amablemente a los espectadores y curiosos para despejar la zona que debía estar liberada de cara al encendido de motores y la preparación de los pilotos.
Luego de su aparición en Williams el año pasado, cuando llamó la atención del mundo de la Máxima gracias a su desempeño y prestancia en la escudería británica, Colapinto pasó a préstamo a la francesa Alpine, donde vive un presente complejo, condicionado por un auto que no está a la altura y que, según el mismo Colapinto le dijo a Infobae, no tendrá mejoras en lo que resta de la temporada. Todo el presupuesto está enfocado en el monoposto para el año próximo, una máquina completamente nueva, adecuada al cambio de reglamento que se viene en la categoría. Serán autos más chicos, con neumáticos más pequeños y una reducción de los aditamentos aerodinámicos. Un auto que promete un salto de calidad notable. Pero ahora, lamentablemente, eso suena lejano. Colapinto deberá enfrentar esta competencia y las que puedan venir con el coche actual.
Más allá de estos inconvenientes, los rostros en el equipo Alpine son optimistas, los técnicos y mecánicos llevan a cabo su importante labor concentrados, sonrientes y en un buen clima, dando todo por mejorar el rendimiento. Prepararon los Alpine A525 de Colapinto (43) y de Gasly (10) de cara a la última práctica libre, en la que Franco terminó 18° y volvió a hacer mejor tiempo que su compañero galo -fue 281 milésimas más rápido-. Gasly concluyó último en la grilla. El argentino no tuvo oportunidad de volver a girar y mejorar su tiempo, ya que dos sucesos sobre el final –objetos en la pista y el accidente de Gabriel Bortoleto (Sauber), previo al choque de Oliver Bearman (Haas)– obligaron a mostrar sendas banderas rojas y ponerle fin anticipadamente a la FP3.
Mientras se sucedían estos imprevistos y antes de lanzarse nuevamente a pista, Colapinto esperaba en boxes, arriba de su Alpine, asistido por el equipo, que lo refrescaba y al mismo tiempo compartía con el oriundo de Pilar impresiones sobre la FP3, reproducida en los varios monitores que utilizan los técnicos y en pequeñas pantallas delante de la visual del piloto. El análisis de los datos estaba destinado a mejorar lo hecho para luego aspirar al menos a la Q2. El argentino llegó a salir nuevamente al circuito, pero los incidentes protagonizados por Bortoleto y Bearman consumieron el poco tiempo que quedaba.